27 noviembre 2005

“El Rembrandt que se estropeó con la luz”

En cada existencia, la cruel realidad despierta al esclavo de su sueño de libertad. Es comparable a un Rembrandt que se expone excesivamente cerca de una ventana en un inseguro museo, y a falta de un robo planificado, se estropea con la luz. Las consecuencias de estos actos hay que buscarlas en su principio: el cansancio del esclavo (que lo conduce al sueño) y la rigidez de la pared que sostiene el clavo (que expone inexorable la obra a los rayos del sol). Rembrandt nunca pensó en la ventana que arruinaría su pintura, ni el esclavo en su sumisión pactada por nacimiento, en su sino: al no nacer ingenuo (“nacido libre” en la antigua Roma, como me comentó Fernando S.), se nacía esclavo per se.
Algo parecido a esta metáfora es lo que nos está pasando hoy día en algunos aspectos de nuestra aparente “existencia profunda”. La historia evolutiva de los homínidos queda absolutamente modulada por una “cultura” del despropósito que me niego a considerar el clímax de nuestra evolución. No parece lógico que generación tras generación hayamos estado seleccionando estrategias adaptativas para terminar arrastrándonos por una infinita alfombra de terciopelo sostenida sobre pilares de pura mierda. Una mierda que puede llegar a agradables cotas aromáticas para algunos olfatos, más dignas de esos perfumes caros de costosa publicidad que de cualquier sustancia mefítica. Y es curioso, porque recuerdo que allá por los años ochenta, mi profesor de ciencias naturales nos dijo que “el olfato era arbitrario”. No lo entendí muy bien al principio, pero con el tiempo he llegado a comprenderlo perfectamente. Cuando estamos expuestos a un olor durante algún tiempo terminamos por acostumbrarnos, lo hacemos arbitrario, y al final, llegamos a ser incapaces de distinguir el olor a mierda del olor a Channel nº 5 (quedaos con el mito de perfume caro, la verdad es que no sé si huele bien o mal). Lo peor de todo, a mi juicio, es que cuando no se distinguen los olores agradables de los putrefactos, puedes estar abriendo puertas donde se paga un tributo desgraciado, que consiste en dejar de lado cualquier indicio de dignidad personal. Es triste, pero es así. Y llegados a este punto es cuando me veo obligado a elogiar el relativismo sofista y la filosofía del “grano de arena”.
Estamos donde estamos, somos lo que somos y no nos queda más remedio que aceptarlo. Pero una vez aceptado, nos toca mover ficha. No debemos conformarnos con estar expuestos continuamente, día tras día, a la mierda más desproporcionada y pestilente. Debemos luchar por algo menos magno, un poco más decoroso, más digno y honroso con el largo proceso evolutivo que llevamos a nuestras espaldas. Debería darnos vergüenza haber invertido tantísima energía en evolucionar, adaptándonos en distintos ambientes ecológicos hasta llegar a donde estamos, para al final estancarnos en una involución sociocultural, donde percibo una inquietud generalizada e inexplicable por retozar por las “infinitas alfombras de terciopelo sustentadas por pilares de masa insalubre y viscosa”. No lo entiendo, y además, lo considero un sacrilegio en toda regla hacia nuestro proceso evolutivo.
Espero que a través de este ideario, en el que buzos de las escuelas más diversas de buceo harán inmersiones a múltiples batimetrías, seamos capaces de quitarle poesía a esta vida tan bonita de calumnias y falsas apariencias, donde la fama te llega por haber estado en la cama de no sé quien o por haber estado metido tres meses en programas de dudoso entretenimiento. Ahora, eso sí, “mi intimidad es sagrada, y yo no vendo mi vida privada por nada”. Y he aquí la superficial paradoja: si colocamos un Rembrandt excesivamente cerca de una ventana, en un inseguro museo, y a falta de un robo planificado... ¿qué es lo que pasa?: que se estropea con la luz.

Riverwind

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Sólo espero que mentes lúcidas como la tuya nos sepan abrir los ojos en estos tiempos, Riverwind.

28 noviembre, 2005  
Anonymous Anónimo said...

está clarísimo: hay que robar el cuadro!!! (pero mejor sin planificar)

29 noviembre, 2005  
Anonymous Anónimo said...

"(....)Y aunque Oliveira desconfiara de la hebriedad, hastuta cómplice del Gran Hengaño, algo le decía que también allí había kibbutz, que detrás, siempre detrás había esperanza de kibbutz. No una certidumbre metódica, oh no, viejo querido, eso no por lo que más quieras, ni un in vino veritas ni una dialéctica a lo Fichte u otros lapidarios spinozianos, solamente como una aceptación en la náusea, Heráclito se había hecho enterrar en un montón de estiércol para curarse la hidropesía, alguien lo había dicho esa misma noche, alguien que ya era como de otra vida, alguien como Pola o Wong, gentes que el había vejado nada más que por querer entablar contacto por el buen lado, reinventar el amor como la sola manera de entrar alguna vez en su kibbutz. En la mierda hasta el cogote, Heráclito el Oscuro, exactamente igual que ellos pero sin el vino, y además para curarse la hidropesía. Entonces tal vez fuera eso, estar en la mierda hasta el cogote y también esperar, porque seguramente Heráclito había tenido que quedarse en la mierda días enteros, y Oliveira se estaba acordando de que también Heráclito había dicho que si no se esperaba jamás se encontraría lo inesperado, tuércelo el cuello al cisne, había dicho Heráclito, pero no, por supuesto que no había dicho semejante cosa,(....)"
de Rayuela
El maestro escapista ya lo supo, quizás gracias a que uso a Heráclito ganzúa de cuello de cisne retorcido para abrir los candados deshacerse de las cadenas y emerger triunfante de un lago de mierda con un ¡¡¡tachaaannn!!! mientras un público embobado aplaudía desde la oscuridad de las butacas la pericia del maestro para recuperar el kibbutz-oxigeno y morir en el intento. ¡¡VIVA LA MIERDA, ABAJO EL TERCIOPELO!!

ElGranHoudini

30 noviembre, 2005  

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