30 septiembre 2008

"No dejes morir tu cuerpo"

Abandonaba su cuerpo cada vez en los mismos brazos
porque ignoraba que todo tacto nuevo alumbra vida,
que en el instante, universo de la mirada más esquiva,
rebosa, ávido, el aliento de los que aún siguen buscando.

Pero, ¿de qué nos sirve el deseo cuando todo está quieto
y las palabras se infectan con la distancia de mil silencios?.
Cada razón se llena de espinas, la soledad es mudo remedio
mientras las manos navegan vacías, a la deriva, en otro sexo.

Nada ocurre, alma mía, en este tiempo de colores yermos
sino la suave caricia de tu nombre cuando se dice lento,
y si el dolor de aquel día fue el placer que engendró lo bello,
merecieron la pena, una a una, las heridas de tu nacimiento.

Un segundo me queda, una fracción cambiante de lo intenso
para gritarte en el mundo, para contarte en el viento
que las palabras emigran donde se forman los versos
y en mi garganta suplican:¡no dejes morir tu cuerpo!.

El hombre tonto