16 diciembre 2007

"Caracol"

Cuando lo encontré tardé muy poco tiempo en darme cuenta de lo que allí se escondía: era una concha de un caracol con un teatro dentro. Giraba el escenario en torno a sí mismo y se llenaba de polvo y de esqueletos de muebles desvencijados en las curvas más cerradas de los últimos pisos. Aunque algún día dentro tuvo un animalillo retrayéndose y palpitando, nada quedaba ya de aquel tiempo de vida, que desapareció antes de que la última estela de babas acabara de secarse. El tierno caparazón que un día se echó al mar se había convertido en un tintineante muro enroscado. Pronto supe que cuando quedó vacío una corriente de agua lo echó del mar y el viento que venía de tierra adentro se fue a refugiar a la última espiral, con la última gota de agua salada rodando por las rocas, agitando todo en su interior, entonces comenzó a crecer este pequeño teatro de algas y musgo y nacieron minúsculos seres que son los que se ocupan de mantenerlo desordenado y polvoriento.
Podría esconderlo en una cajita, no faltaron tentaciones de guardar tal tesoro el día que lo recogí en aquella cala, o guardarlo en el bolsillo para no perderlo, pero necesita el aire y la lluvia tanto, que tengo que correr el riesgo, para que no se seque, de dejarlo en la ventana, con temor a que cualquier ráfaga pueda llevárselo, estrellarlo contra el suelo, que se yo… pero lo quiero contento y suyo, con su teatro de diminutos pensamientos y espero siempre esos ratos de soledad, cuando no estoy con nadie, espero hasta hacerme invisible a los ojos de la gente, diminuta como el polvo de los cuartos viejos, para poder entrar y disfrutar de los espectáculos que allí se ofrecen, de la espiral de calcio y musgo, de las cortinas de algas y escudriñar sus olvidados recovecos. Lo que allí descubro mina día a día las ganas de volver de mis viajes. La realidad se vuelve difusa y pierdo el interés apenas comenzar las conversaciones con la gente, la memoria se va desvaneciendo y sé que me desdibujo poco a poco y que algún día ya no podré volver a hacerme grande. Entonces rodaré yo también y me alimentaré de viento y de sal y todo será eterno, circular y antiguo como el tiempo.
Orlando

03 diciembre 2007

"Animales de tiempo"

[A los que (me) espera(ro)n]

Arrastro cuerpos cargados de vejez
que aún resisten los pulsos de mi alma,
retal ajado de un tiempo que llené
con nombres muertos: rutina en la cama

Arranco el velo de unos ojos que al querer
inventan formas de convexo en mis ganas,
y son cadenas que se anudan a mi piel,
quebrando todo lo que habita la palabra

La espera engendra, tú apenas naces
“Mujer del mundo”, a los animales
hechos de arena, de mil cristales
que octubre “horma” y recoge el aire

Cuando ella ocurra, nadie lo sabe,
dará la vuelta a las dos mitades:
la bestia en hombre, la piedra en carne
y un solo pecho donde ambos laten

El hombre tonto