16 marzo 2007

"Auckland (fragmento)"

Después de voltear la tortilla una vez más, la isla norte lanzó su última risa, la mejor, atrapándome en ese medio que tanto había llegado a hastiarme. Auckland graznaba con la cancioncilla de las orgullosas capitales del dinero, y yo sucumbía. Ni trenes, autobuses, coches o aviones me querían. Una cama, una habitación, en mi aburrimiento se perdieron. Así que al tercer cigarro y primera cerveza me limito a contar los minutos, a veces los lentos segundos, hasta mi siguiente oportunidad de vuelo.
En tus ciudades, isla inocente, me dejé mi energía de pateo en ciudad extraña, mi ilusión, mi dinero y hasta mi alma.
Así espero, roto, el tren de la madrugada. La burla de los nativos será mi cuarto y su triste vida mi ducha. Los bares la compañía y el silencio mi tortura. Qué triste está acabando lo que pretendía ser relato entretenido. Cómo noto la angustia. Qué triste, qué flojo estoy, qué resaca más dura.
Puede que sólo sea eso, un bajón después de la sorpresa, la noche anterior. Si es el precio pagaré con gusto tu cuenta de ricachón. Envidiosa, no eres ni parte del pescado que esta isla creó.
Y a mi nadie me vence, me dije con la rima ya vaga. Que la cerveza y el sol lo palian. Quieras o no también soy hijo tuyo, comercio, y puedo pagar mi billete de destierro. No será mi primera noche sin sábanas, agarrando la mochila e intentando conciliar el sueño. Asustado por coches que rompen la noche, por los personajes de la urbe más mundana.
No es orgullo, que no me hace ilusión usar tus propias armas. Es el irreprochable deseo de ser feliz en el asfalto.
Qué querías, ¿que te recorriera entera? Tú, sin callejuelas… Me bastan tus jardines, admirar las piernas, las miradas, los comienzos de fiesta. ¡Anda ya! Sentirme extranjero en tu tierra...


Kike